DOMINGO DE LA SEMANA II DE CUARESMA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA II DE CUARESMA – CICLO A

«Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo». Mt 17,5.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 17,1-9

En aquel tiempo, Jesús tornó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo».

Al oírlo, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de espanto. Jesús acercó y, tocándolos, les dijo: «Levántense, no teman». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No cuenten a nadie esta visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«He aquí por qué ese rostro es de tal belleza y claridad: es el rostro de la eterna belleza, del eterno amor. Te sería más fácil contemplar al sol que contemplar ese rostro. La profusión de amor irradia luz de una luminosidad sublime y fulgurante. Va más allá de nuestros sentidos de una manera inconcebible para todos los actos de la comprensión humana, que habitualmente aseguran el conocimiento al alma» (Santa Hildegarda de Bingen).

La Transfiguración no es solamente el momento luminoso y fulgurante de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, es también un hito importante en su camino hacia la entrega total. La transfiguración es una prefiguración de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, es un anticipo de la victoria de Jesús sobre la muerte y sobre el maligno; es también una muestra de la condición de la vida futura. Es un desborde divino en medio de nuestra humanidad.

La Transfiguración también se encuentra en Marcos 9,2-10 y en Lucas 9,28-36 y ocurre ocho días después de que Nuestro Señor Jesucristo realizó el primer anuncio de su pasión, muerte y resurrección, y luego de revelar la condición fundamental para ser su discípulo. Es importante destacar también que, al día siguiente de la Transfiguración, Jesús hace el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección, luego de curar a un niño epiléptico.

En este hermoso acontecimiento, según Mateo, ocurren cuatro diálogos:

  • El primero fue el diálogo de Jesús con Moisés y Elías, con quienes dialoga sobre su pasión, muerte y resurrección. Moisés representa la Ley y Elías representa a los profetas, puesto que Jesús fue anunciado por la ley y los profetas.
  • El segundo diálogo es el de Pedro con Jesús. Pedro se entusiasmó, tal vez pensó que el Reino de Dios ya era una realidad, pero no sabía lo que decía cuando le habló a Jesús.
  • El tercer diálogo es el de Dios Padre con la humanidad. Ocurre cuando aparece una nube luminosa, que representa la gracia del Espíritu Santo, que revela los misterios del Señor. Y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo».
  • En el cuarto diálogo Jesús les dice a sus discípulos que no teman y les mandó que no cuenten esta visión hasta después de su resurrección.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«En el Tabor comprendemos mejor que el camino de la cruz y el de la gloria son inseparables» (San Juan Pablo II).

La enseñanza de este evangelio es excepcional: todos nosotros tenemos la posibilidad de retirarnos en oración, subir a la montaña para escuchar mejor la voz del Señor y pedirle por nuestra conversión y así, llevar a nuestros hermanos que sufren enfermedad, injusticia y pobreza material y espiritual, nuestra experiencia de ese encuentro con el Señor.

Esa Palabra escuchada, debemos guardarla en el corazón y hacerla crecer proclamándola a nuestros hermanos. Esta es nuestra misión, hacer que la gloria de Dios sea conocida y sirva de consuelo a nuestros propios hermanos que sufren o ignoran su misericordia.

En la Transfiguración Jesús reveló su identidad divina, manifestándose en una gloria resplandeciente y eterna. En nuestra vida también experimentamos momentos de “transfiguración”, de experiencias gratificantes de Dios. Atesoremos esos momentos y tengámoslos presentes en los momentos de las tribulaciones, que, vividas al lado de Nuestro Señor Jesucristo, serán fuente de gracias.

Ante el maravilloso acontecimiento de la Transfiguración, conviene hacernos las siguientes preguntas: ¿Somos capaces de dialogar con las tres personas de la Santísima Trinidad con nuestra oración? Dios Padre nos pide que escuchemos a su Hijo, ¿somos capaces de dialogar con Jesús, estando atentos al mensaje que nos transmite a través de su Palabra? ¿Escuchamos a Dios a través de nuestras oraciones, familiares, amigos, hermanos de comunidad? ¿Nos dejamos transformar, transfigurar por el Señor? Que las respuestas a estas preguntas sean beneficiosas para seguir a Dios.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que nos has mandado a escuchar a tu hijo amado, alimenta nuestro espíritu con la Palabra; para que, con mirada limpia, contemplemos gozosos la gloria de tu rostro. Transfigura Señor, transforma nuestra vida para ser verdaderos hijos tuyos.

Padre eterno, te pedimos por el papa Francisco, nuestros obispos, párrocos, sacerdotes, diáconos y consagrados y consagradas, para que, reflejando en sus vidas el rostro luminoso de Jesús, nos ayuden a experimentar su misericordia en este tiempo de conversión.

Amado Jesús, sé misericordioso con todos los difuntos y admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reyna de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de Benedicto XVI:

«La Transfiguración es un acontecimiento de oración: orando, Jesús se sumerge en Dios, se une íntimamente a él, se adhiere con su voluntad humana a la voluntad de amor del Padre, y así la luz lo invade y aparece visiblemente la verdad de su ser: él es Dios, Luz de Luz. También el vestido de Jesús se vuelve blanco y resplandeciente. Esto nos hace pensar en el Bautismo, en el vestido blanco que llevan los neófitos. Quien renace en el Bautismo es revestido de luz, anticipando la existencia celestial, que el Apocalipsis representa con el símbolo de las vestiduras blancas.

Aquí está el punto crucial: la Transfiguración es anticipación de la resurrección, pero esta presupone la muerte. Jesús manifiesta su gloria a los Apóstoles, a fin de que tengan la fuerza para afrontar el escándalo de la cruz y comprendan que es necesario pasar a través de muchas tribulaciones para llegar al reino de Dios. La voz del Padre, que resuena desde lo alto, proclama que Jesús es su Hijo predilecto, como en el bautismo en el Jordán, añadiendo: “Escuchadlo” (Mt 17,5). Para entrar en la vida eterna es necesario escuchar a Jesús, seguirlo por el camino de la cruz, llevando en el corazón, como él, la esperanza de la resurrección. Salvados en esperanza. Hoy podemos decir: “Transfigurados en esperanza”.

Dirigiéndonos ahora con la oración a María, reconozcamos en ella a la criatura humana transfigurada interiormente por la gracia de Cristo, y encomendémonos a su guía para recorrer con fe y generosidad el itinerario de la Cuaresma».

Hermanos: en el silencio de nuestros corazones y maravillados por la identidad divina de Nuestro Señor Jesucristo, escuchemos la voz agradable y paternal de Dios Padre, que nos dice: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.