LUNES DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA IV DE PASCUA – CICLO B

«Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» Jn 10,10.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 10,1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad les digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas escuchan su voz y él va llamando por su nombre a las ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. A un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: « En verdad, en verdad les digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace reposar, me conduce a fuentes tranquilas y recrea mis fuerzas. Me guía por el sendero justo por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan» (Salmo 23,1-4).

El pasaje evangélico de hoy es la parte inicial del texto “Jesús, el Buen Pastor”, cuya parte final meditamos ayer domingo. Hoy, la lógica divina de Jesús es clara, Él es el Buen Pastor, Él es la puerta de entrada; por ello, el amor a Dios y al prójimo constituyen acciones prioritarias en nuestras vidas. Jesús señala que, cuando lo reconocemos a Él como el Buen Pastor, otras voces extrañas y alejadas de su amor no nos apartarán de sus preceptos.

Cuando decimos que Nuestro Señor Jesucristo es nuestro pastor, afirmamos que Él es el dueño de nuestro futuro y que Él nos conduce según sus designios.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

«Cada vez que observamos el lento caminar de muchos hombres, tenemos la impresión de que son como “ovejas sin pastor”. El hombre esta enormemente abandonado. Abandonado en el fondo de la existencia. No es que escaseen de virtudes y de conciencia las almas elegidas, las que se ocupan de los otros. Lo que aquí tratamos viene de lo más hondo. Es la misma vida la que se abandona: al alejarse de Dios, se precipita en el vacío. A este abandono no llega ninguna mano humana. Solo Cristo lo puede vencer» (Romano Guardini).

Muchos hermanos piensan que el ser humano es el dueño de su futuro, otros suponen que la suerte y los astros lo definen, otros ponen su confianza en otras personas, otros, en ideologías inspiradas en la oscuridad; de esta manera, evitan pensar que su futuro está en manos de una relación confiada con Dios.

Si nosotros reconocemos que Jesús es el pastor, realmente, Él nos conduce y nos instruye a través de su Palabra y de los sacramentos; Él también nos protege de las asechanzas del enemigo con el amor de su Espíritu Santo y nos prepara para la vida eterna. Imitemos pues la humildad de Jesús, escuchemos y meditemos su palabra para llevarla a la acción y vivir plenamente los sacramentos, porque son los fundamentos en los que podemos sustentar nuestras vidas.

Hermanos, meditando el llamado al seguimiento que nos hace Jesús, intentemos responder: ¿Reconocemos a Jesús como nuestro pastor? ¿Nos dejamos conducir por sus palabras de vida eterna? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a confiar en Jesús, el Buen Pastor, a creer en Él y a seguirle mediante obras de misericordia. Él es la puerta, el acceso a todos los proyectos de vida que pueden hacer un mundo más fraterno.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, luz perfecta de los santos, que nos has concedido celebrar en la tierra los sacramentos pascuales, haznos gozar eternamente de la plenitud de tu gracia.

Amado Jesús, Buen Pastor, con plena disposición para seguirte, te pedimos que el Espíritu Santo nos mantenga siempre atentos para escuchar tu voz y dejarnos guiar por ti.

Amado Jesús, te pedimos por el Papa, los obispos, los sacerdotes y diáconos, para que puedan acompañar el rebaño con el amor de buen pastor.

Amado Jesús, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Pedro Crisólogo:

«Cuando llega el tiempo de la brisa de primavera, cuando en los campos, en los prados, en los caminos empiezan a esparcir una abundante prole los rebaños fecundos, el buen pastor, corriendo de manera ansiosa de aquí para allá, busca, reúne y recoge los tiernos corderos y los lleva alegre en torno al cuello, sobre los hombros, en los brazos, para ponerlos a todos a salvo, para llevarlos a rediles seguros. Aquel que es el único bueno, el único pastor, el único Pastor de los pastores, “ofrece la vida por sus ovejas” (Jn 10,15). Cuando ve que acecha el peligro sobre las ovejas, ese pastor, al no poder defender al rebaño, prefiere morir antes que ver que se produce daño a sus ovejas.

El pastor no se alejó de las ovejas ni las abandonó a los lobos, aunque las entregara a los lobos, puesto que les concedió aplastar a los salteadores de tal suerte que vivan después de haber muerto, resucitar, aunque hayan sido desgarradas, brillar con la púrpura real, bautizadas en su sangre. Así, el buen pastor, cuando ofreció su vida por las ovejas, no las perdió; protegió a las ovejas, no las dejó, sino que las transformó; a través del camino de la muerte las llamó y las condujo a los pastos de la vida».

Queridos hermanos: dispongamos nuestro corazón para seguir al Buen Pastor en nuestras vidas, en los buenos momentos y en las tribulaciones, reconociendo su amor y misericordia, y renovando nuestras fuerzas a través de los santos sacramentos, en especial, en la Eucaristía, la penitencia y mediante la lectura meditada de su Palabra.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.